Eso fue lo que salvo a este gatito, la compasión, la sensibilidad, el cariño, la comprensión y el esfuerzo de la persona que se detuvo un momento al oír los maullidos de Marbo, que se decidió a recogerle tras ver su carita asustada y su cuerpito delgaducho. Marbo, bueno y tranquilo, sensible y elegante tuvo mucha suerte, pero necesita un último esfuerzo, un esfuerzo que depende de ti, de que también te detengas un momento y te fijes bien en él y le des la oportunidad de ser tu mejor y más peludote amigo.